Feliciano Carrasco Regalado, es un físico matemático oaxaqueño que busca traducir Newton al zapoteco. Originario de Juchitán, Oaxaca, y tiene entre sus proyectos traducir “Los principios de filosofía natural” de Isaac Newton al zapoteco, su lengua originaria. Además de impartir clases de física y matemáticas avanzadas en la UAM, Feliciano Carrasco es músico y tiene cinco discos en su lengua originaria. Es profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana forma parte de la Academia Mexicana de la Lengua.

Su proyecto ha llamado la atención, pero por razones que el mismo Feliciano calificó de discriminatorias, “para otras personas traducir al zapoteco el libro de Isaac Newton, que dicen que si en castellano es complicado entenderlo, ahora más si es una lengua originaria”, dijo en entrevista para MILENIO.

Sin embargo, Feliciano no cree que para las personas que de origen hablen zapoteco sea complicado entender los principio de Isaac Newton. “Si uno es originario o nativo de una cultura entiende perfectamente la cosmovisión, la cosmogonía y la filosofía; lo más complicado son las ecuaciones; las fórmulas como que siempre causan un poco de terror a la gente, pero una persona originaria de mi lengua lo entendería muy bien”, aseguró.

MÚSICO Y MAESTRO

A pesar de que la música es la que distingue a Feliciano, pues tiene cinco discos y canta y compone en su lengua originaria, las matemáticas forman parte importante en su desarrollo. Es graduado en esta materia por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) en la Ciudad de México, y en su campus de Azcapotzalco imparte clases de física y matemática avanzada para quienes estudian ciencias, ingeniería o físico matemáticas.

“He tenido alumnos que he preparado para hacer su examen profesional, su examen de ingreso a la universidad, que van a estudiar una ingeniería u otra carrera diferente, y terminan por cambiar sus carreras por la de matemáticas, eso es un gran logro para mí”, señaló.

Y es que para quien aprendió a hablar español a los doce años de edad, y a insistencia de su abuelo cambio el futbol de primera división por estudiar una carrera universitaria que lo dirigió al mundo de las ciencias exactas, es un orgullo haber representado a su país en Olimpiadas Matemáticas, o en fechas más recientes, impartir conferencias en esta materia.

Sin embargo, en el mundo de las ciencias en donde no se pensaría que exista la discriminación, Feliciano la ha experimentado de forma indirecta. Compartió que cuando lo han invitado a impartir ponencias o diplomados, como la FES de Zaragoza y en la UNAM, nota la expresiones de sorpresa de los asistentes, sobre todo porque inicia las mismas con palabras en zapoteco.

DISCRIMINADO

En una ocasión, rememoró el matemático zapoteco, una amiga cercana que imparte clases de alemán a estudiantes mexicanos le dijo que una alumna suya cuestionó que lo invitarán a dar una ponencia para divulgar la Teoría de la Relatividad de Albert Einstein.

“Llegaron muchos estudiantes de la UNAM, del IPN y extranjeros. La introducción fue en zapoteco, después lo traduje para sorpresa mucha gente. Al principio como que todo mundo le gustaba cómo se escuchaba la lengua zapoteca, pero para los extranjeros; no para los que somos mexicanos. Mi amiga me dijo que el comentario de su alumna fue: ‘¿Cómo puedes promover a este indio’”, recordó.

Esto molestó a su amiga quien, además de ya no enseñarle alemán a esa alumna, le dijo: “Yo que tú, si fuera mexicana, aprendería una lengua de mi país”.

Pero esto no demerita el entusiasmo de Feliciano Carrasco, quien además es un gran promotor de la cultura zapoteca, y no solo a través de la música, sino también enseñando esta lengua en el centro cultural José Martín en la UNAM y en el Centro Cultural Macario Matus, de donde es director.

“No nada más la cultura zapoteca, sino mixteca, chinanteca y náhuatl. Me dedico más a la promoción y difusión de las lenguas originarias”, señaló.

Feliciano forma parte de la Academia Mexicana de la Lengua y se siente orgulloso de otros representantes de arte y cultura de Oaxaca, como Andrés Henestrosa, Macario Matus y Francisco Toledo.

“Yo ingrese grande a la escuela y tuve que redoblar esfuerzos porque no sabía español. En el pueblo, en aquel periodo, había un poquito de discriminación de los maestros hacia los que no hablábamos castellano, además de que yo era el más grande. Pero para mí fue más un aliciente para trabajar más, y aprender español fue otra forma de ver el mundo”, finalizó.